domingo, 27 de febrero de 2011

CAPÍTULO 7. Mi corazón seguirá y seguirá.

El jueves, antes de música, no vino la profesora, y así pude ensayar durante más tiempo la canción que había escogido para la prueba -entre comillas- de música. Yo aspiraba a bailar y cantar al mismo tiempo, y en alguna canción tal vez tocar y hacer los coros, pero la verdad me daba igual. Había elegido My Heart Will Go On, la de Céline Dion. En caso de que alguien tuviera la misma, aunque no creía, tenía preparada You're Beautiful, de James Blunt. Luna quería entrar en el grupo de los bailarines y para bailar había escogido Right Round. Y por último, Diego cantaría y tocaría Era, una bonita canción de Estopa.



Cuando por fin tocó el timbre y Manuel, tan puntual como el martes, entró en clase, todos nos callamos, expectantes. El profe no llevaba nada en la mano, y me extrañé, pero dijo:



-Vamos al aula de música. En adelante lo haremos todos los días de música. Venga, recoged y nos vamos.


Lo hicimos en menos tiempo del que cabría esperar. Pero era lógico, todos estábamos impacientes. El aula de música era pequeña y claustrofóbica, aún me pregunto cómo pudimos entrar todos y sentarnos allí. Había dos armarios, sillas de esas con una mesita incorporada y un teclado eléctrico. Además una guitarra española estaba apoyada contra la pared, metida en su funda. Manuel nos ordenó sentarnos en cualquier silla y empezaríamos.

-Primero vamos a escuchar a los que quieran tocar -dijo sonriendo-. ¿Algún voluntario?

Se sucedieron los alumnos. La mejor, en mi opinión, fue una chica tímida que tocó Paparazzi, de Lady Gaga. Su interpretación fue despedida con un gran aplauso.

-Bien. Ahora escucharemos a una parte de los cantantes, y el resto (además de los bailarines) lo haremos el próximo día. ¿Quién quiere empezar?

Levanté la mano. Pedí alguien que me acompañara al piano -que fue la chica tímida, Ana-, le entregué mis partituras y me quedé de pie en medio del estrado. Y unos segundos después de que 
Ana empezara a tocar canté:

Every night in my dreams
I see you, I feel you...

-Perdón, ¿puedo pasar? -interrumpió bruscamente una chica rubia, un par de años mayor que yo, asomando la cabeza por la puerta-. Traigo una autorización.
-Adelante, Angélica. Estábamos en medio de la prueba de cantantes -la recibió Manuel.
-Fantástico.

Vale, sé que no debería andar con prejuicios, pero ¡joder! La tal Angélica me cayó mal de inmediato. No tanto porque me hubiera interrumpido, sino porque rezumaba esa clase de condescendencia y arrogancia que poseen muchas personas. Al ver cómo me miraba -metiéndome el repaso de la cabeza a los pies- supuse que yo tampoco le gustaba.

-Silvia, continúa por favor.

Ana volvió a empezar la canción y de nuevo canté los dos primeros versos, pero me vi interrumpida de nuevo por Angélica.

-¿Puedes explicarme qué rayos haces cantando mi canción? -preguntó, pero sonó casi como un ladrido de un pitbull.
-Eh... Creo que me he perdido. ¿Eres Celine Dion? -pregunté fingiendo inocencia.
-¡Esa canción siempre la canto yo! ¡Díselo, Manuel!
-A ver, chicas, un poco de orden -pidió Manuel conciliador-. Cierto que tú la cantas siempre, Angélica, pero Silvia es nueva y no lo sabía. De todos modos en la prueba se pueden repetir las canciones y cada uno puede escoger la que quiera. Por eso te pido que te sientes y guardes silencio, mientras Silvia canta de una vez.

Por tercera, y esperaba,  última vez, comencé a cantar el tema de Titanic. Fui consciente de las miradas de odio de Angélica, pero seguí como si no me  diera cuenta.

-Estupendo -dijo Manuel impresionado cuando acabé-. Ya estás dentro. ¡Bienvenida!

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